trucos blogger

jueves, 22 de marzo de 2012

Juguemos, Elvira Lindo

Jugar en la calle. Jugar en grupo. Esa es la actividad extraescolar que un grupo de educadores y psicólogos americanos han señalado como la asignatura pendiente en la educación actual de un niño. Parecería simple remediarlo. No lo es. La calle ya no es un sitio seguro en casi ninguna gran ciudad. La media que un niño americano pasa ante las numerosas pantallas que la vida le ofrece es hoy de siete horas y media. La de los niños españoles estaba en tres. Cualquiera de las dos cifras es una barbaridad. Cuando los expertos hablan de juego no se refieren a un juego de ordenador o una PlayStation ni tampoco al juego organizado por los padres, que en ocasiones se ven forzados a remediar la ausencia de otros niños. El juego más educativo sigue siendo aquel en que los niños han de luchar por el liderazgo o la colaboración, rivalizar o apoyarse, pelearse y hacer las paces para sobrevivir. Esto no significa que el ordenador sea una presencia nociva en sus vidas. Al contrario, es una insustituible herramienta de trabajo, pero en cuanto a ocio se refiere, el juego a la antigua sigue siendo el gran educador social.

Leía ayer a Rodríguez Ibarra hablar de esa gente que teme a los ordenadores y relacionaba ese miedo con los derechos de propiedad intelectual. No comprendí muy bien la relación, porque es precisamente entre los trabajadores de la cultura (el técnico de sonido, el músico, el montador, el diseñador o el escritor) donde el ordenador se ha convertido en un instrumento fundamental. Pero conviene no convertir a las máquinas en objetos sagrados y, de momento, no hay nada comparable en la vida de un niño a un partidillo de fútbol en la calle, a las casitas o al churro-media-manga. Y esto nada tiene que ver con un terror a las pantallas sino con la defensa de un tipo de juego necesario para hacer de los niños seres sociales.

En relación a la organización de las ideas podemos dividir el texto en tres partes: La primera abarcaría las tres primeras líneas donde hay una pequeña introducción en la cual nos muestra la tesis del texto; la segunda ocuparía desde la línea 4 hasta la 14 en la que desarrolla la tesis de la primera parte alegando las horas que pasan los niños frente a la pantalla; por último, la tercera parte se encuentra desde la línea 15 hasta el final en la cual la autora concluye el texto con sus propios argumentos.

El principal tema del texto sería la necesidad de que los niños jueguen en la calle.

Hoy en día los niños prefieren los ordenadores a salir a jugar a la calle. La calle puede ser muy peligrosa pero ahí es donde los niños aprenden a ser seres sociales, a relacionarse y sobre todo, a divertirse. Según Rodríguez Ibarra hay personas que temen a los ordenadores, cuando es una herramienta insustituible. Definitivamente, no se puede comparar los tradicionales juegos de niños con un ordenador.

Este texto periodístico fue publicado por el diario El País donde suelen aparecer a menudo artículos de opinión de Elvira Lindo, autora de éste.

Se está perdiendo el hábito de jugar en las calles. ¿Donde queda el juego del escondite o un partidillo de fútbol? Se disfrutaba muchísimo, se hacía amigos, se negociaban cromos, hasta la regañina que te echaban en casa por ensuciarte de barro un día de lluvia merecía la pena por salir a la calle. Hoy no. Hoy ver niños en la calle es menos frecuente, los hay, pero en cuanto reciben su primer ordenador o consola en su 15 cumpleaños, la olvida. El ordenador es una buena herramienta para el día a día, pero hay tiempo para todo y podemos distribuirlo bien.


No hay comentarios:

Publicar un comentario